viernes, 15 de enero de 2010

Solomillo Wellington



Hace unos días que no escribo nada en el blog, pero la verdad es que he estado bastante ocupada con el curro, así que no ha habido posibilidad de poder dedicar unos minutos a esta pasión recién estrenada.

 
Voy a intentar terminar de una vez con las recetas de la navidad pasada, que las llevo atrasadísimas.

En la cena de Nochevieja que os comenté en la última entrada aparecía el primer plato, la ensalada de aguacate y mango. De segundo hice un solomillo Wellington que quitaba el hipo.

La receta es sencilla, aunque tiene sus trucos. Es una receta que me enseñó mi padre, que es Jefe de Cocina y que hacía muchísimos años que no la realizaba. En aquellas ocasiones nunca me llegó a salir del todo bien porque, o bien se hacía demasiado la carne y salía seca, o bien el hojaldre se quedaba crudo, o soltaba mucha “agua”.

Así que para esta ocasión decidí dar una vuelta por Internet y fue el mejor descubrimiento de la historia... descubrí el mundo del blog de cocina. Puse en google “solomillo Wellington” y entre las páginas que abrí se encontraba la del blog el rincón de bea (http://elrincondebeatriz.blogspot.com) , un sitio que recomiendo y que, como digo, me abrió a este fantástico mundo blogero.


La verdad es que no recuerdo con exactitud la receta que vi en el Blog de Bea, pero yo lo hice como os voy a contar y esta vez me quedó estupendo. Es un plato que para una ocasión especial te deja estupendamente. Pensé en hacer el hojaldre yo misma, pero al final, con la cantidad de cosas que tenía que hacer, opté por comprar un paquete de masa ya hecha.

Se puede hacer, claro está, con el tipo de carne que más te guste. La receta original es con solomillo de ternera, pero yo lo hice con un solomillo de cerdo ibérico.


Ingredientes:


Para dos personas: 1 Solomillo de cerdo ibérico. 1 paquete de pasta de hojaldre. 1 bolsa de espinacas frescas. 100 gr. Champiñones frescos, un par de chalotas, coñac, sal, pimienta, aceite de oliva, una lata de buen paté (en mi caso fue de oca). 1 Huevo para pintar el hojaldre.


Para la salsa: una cebolla mediana, un trozo de puerro, 1 chupito de vino tipo Carpem Die, 1 chupito coñac, los recortes del solomillo, 200-250 ml. Nata líquida (yo la que utilizo es la del 35% M.G., porque, evidentemente tiene más materia grasa (M.G.) y me gusta más).


En primer lugar limpiamos el solomillo de toda la grasa y tendones que pueda tener. Recortamos también la punta, para que los trozos queden más homogéneos cuando los cortemos. Todos los restos se reservan para hacer con posterioridad la salsa.


Cortar el solomillo en dos. Y esas dos mitades volver a cortarlas en dos. Así tendremos 4 trozos de prácticamente el mismo tamaño. Aplastar con la mano un poco, para tener cuatro medallones y reservar.


Poner a cocer las espinacas en agua hirviendo con sal (también pueden ser congeladas). Una vez cocidas, escurrir bien presionando bien contra el escurridor para que suelte toda el agua. Se irá formando una bola reducida. Seguir estrujando bien contra el escurridor, o bien con la misma mano. Una vez que veáis que ya no suelta más agua, ponerla en un recipiente entre papel absorbente para que siga sacando agua. Es importante que la espinaca quede como una pasta lo más seca posible, así no soltará agua cuando esté dentro del hojaldre. Reservar.


Limpiar los champiñones y laminarlos. Picar la chalota finamente. Saltear la chalota en un par de cucharadas de aceite de oliva y una vez dorada (no excesivamente) añadir los champiñones. Dejar que se doren bien y que suelten todo el agua. Cuando estén dorados y sin líquido añadir un chorrito de coñac. Dejar que reduzca completamente. Añadir un par de cucharadas soperas de nata. Dejar que reduzca y reservar.


Salpimentar los medallones de solomillo. Sellar en una sartén con muy poco aceite, que tiene que estar bien caliente. Es importante este paso para que la carne luego no suelte sus jugos y quede tierna y jugosa. El sellado tiene que ser a fuego fuerte y es un tocar y sacar, aunque esto depende de cómo os guste el punto de la carne. A mí personalmente me gusta poco hecha. Sacar el solomillo y colocar sobre una rejilla para que repose y se enfríe, al menos durante 10-15 minutos. El jugo que suelte podéis reservarlo para la salsa.

Mientras podéis ir realizando la salsa. En la misma sartén donde habéis sellado la carne, poned un poco más de aceite. Cortar la cellolla, en trozos grandes, también podéis poner una chalota, con su piel y todo (esto le dará un toque de color a la salsa), el trozo de puerro cortado en trozos grandes y cualquier otra verdura que queráis, como zanahorias, apio, etc. Yo sólo le puse lo que os he comentado.


Añadir los restos de carne que reservasteis. Cuando todo esté bien doradito, casi quemado, añadir el vino dulce y el coñac. Dejar un minuto y retirarlo del fuego. Pasar por un chino. Con lo que salga, colocarlo en una cacerolita y añadir la nata. Dejar que hierva hasta que reduzca y tenga consistencia de salsa. Salpimentar.

Yo hice paquetitos individuales (2 por persona). Con un cortador de pasta cortar 4 círculos lo suficientemente grandes como para que quepa y cierre bien el solomillo. Si no tenéis cortapasta podéis utilizar un platillo, por ejemplo.


Coger la pasta de espinacas y dividirla en 4. Abrir la lata de paté y cortar dos rodajas no excesivamente fija. Cortar en dos cada trozo de paté. El montaje del hojaldre es fácil. Colocar en primer lugar un trozo de paté, unos poquitos de champiñones, el solomillo y por último las espinacas. Cerrar el hojaldre. Pintar el hojaldre con huevo batido.


El horno tiene que estar a 190º, y el tiempo dependerá del tamaño de los paquetitos. Os podéis guiar por el color del hojaldre. Se pone de un color dorado precioso cuando está listo.

Servir con la guarnición que queráis y con la salsa calentita. En mi caso lo acompañé con unos tomates a la provenzal, unas cebollitas glaseadas, un puré de castañas y unas patatas ajo. Y a chuparse los dedillossss....



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